domingo, 28 de junio de 2009

El juego infinito de las afinidades, según Roberto Miranda

AUTORES: María Buil-Ismael Grasa; Enrique Larroy-Manuel Vilas; Fernando Sinaga-Jesús Jiménez Domínguez; Gonzalo Tena-Alejandro J. Ratia; Lina Vila-Félix Romeo.
LUGAR: Galería Aragonesa del Arte (c/ Fita, 19).
FECHA: Hasta el 17 de julio.


Mirando las Perlas de imitación de Enrique Larroy, uno se agarra a los recortes de colores que se interponen ante ese cielo constelado que nos infunde vértigo cósmico. Pero la exposición de cuadros va vinculada a textos de escritores. Y Manuel Vilas revela que lo que Larroy representa son partículas cuánticas. Otro abismo en la misma dirección, pero en sentido contrario, y el vértigo tan divertido como el de la montaña rusa: "desaparece el mundo, y qué bien, tío, qué bien que se vaya el mundo", y siente "la llegada de la alegría universal, el tiempo de la materia libre".

María Buil muestra en su Pintura para conjurar un prejuicio, el descaro de pintar un cuadro: lo hermoso (florero); lo no hermoso (zapatilla); lo cercano (butifarra 1 y 2), la magia de traer algo a la existencia convertido en representación, en símbolo, en tabú. La miel que se desparrama fuera del frasco ya es otra cosa. Ismael Grasa elige el cerdo "como símbolo de libertad cotidiana" y apela a la tolerancia religiosa, a la mesa y a su cercanía a nosotros ("esa piel y esa carne rosada, sus gritos casi humanos al ser degollados...".

El Diario de León Bloy sirve a Gonzalo Tena para desplegar 20 piezas que se pueden tocar y a las que Alejandro J. Ratia describe: "Un mismo esquema en todas ellas: un trazo central, de arriba a abajo, y trazos cortos laterales, alternos, que salen de él como las espinas de un cactus" y tras elucubrar sobre las citas de la Biblia acerca de los ricos y de la puerta estrecha, declara: "sus razones tendrá Gonzalo Tena para haber cogido el camino más áspero. Esos tallos, cada cual con su frase del diario ("Buena jornada de trabajo", "Domingo triste"...) son los días que pasan, tan iguales y diferentes, alegres o complicados, en fila, en dirección a la muerte.

Fernando Sinaga ofrece cuatro aguafuertes enmarañados que, en realidad, es uno solo en las cuatro posiciones ortogonales del cuadrado en el sentido del reloj. A Jesús Jiménez Domínguez le llevan a pensar en los desconchados, en los lamparones de humedad. Y encadena con la grieta descubierta en un burdel de Lisboa: "¿Es del terremoto de 1775?" pregunta, divertido. Y ella: "No. Es del terremoto de anoche. Fuerza ocho en la escala de Amalia".

Lina Vila evoca a su padre. Ella por detrás le abraza, y las dos figuras desde la pared tienen la misma mirada: el dolor verdadero de la pérdida: "Te oculta un bosque entero", qué metáfora de la muerte. Y la sabina de Villamayor en un atardecer lleno de pájaros que velan las cenizas, se ilumina de recuerdos, que Félix Romeo va enumerando como las Coplas de Manrique: "Sé que le gustaba la flor del azafrán... y los olivos, y los laureles... sé que le gustaban las películas del Oeste, escribir a mano... y conducir su furgoneta...".

Roberto Miranda en El Periódico de Aragón, 28-06-2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario