lunes, 26 de diciembre de 2016

lunes, 19 de diciembre de 2016

Raras perlas (una reseña de "Contra las cosas redondas")



RARAS PERLAS

El mundo está en su sitio y en orden, nos dice Jesús Jiménez Domínguez en el primer poema, "Credenciales", de su nuevo libro, Contra las cosas redondas, publicado por La Bella Varsovia. Divide el libro en cinco partes encabezadas por las cinco primeras preposiciones y cada parte contiene siete poemas. Todo en orden: el cinco que representa la quintaesencia, los cinco sentidos del hombre sobre la materia, los cinco puntos cardinales contando el centro; y el siete que representa un ciclo completo -el ternario espiritual más el cuaternario material-, los pecados y las virtudes, el sonido de las esferas celestes -no hay cosa más redonda, perfecta en su infinitud circular. "Todo en completo orde, perfectamente dispuesto / como el comienzo de una partida de ajedrez: / a mi diestra el infinito derecho, el otro a mi izquierda / y yo avanzando en medio de los dos, Peón Cuatro Rey." La apertura está hecha: la partida empieza entre el poeta y quien no lo es -"Cuando paso a tu lado, rara vez voy conmigo"-, entre quien crea y quien observa, entre el orden del mundo y quien "desmonta el decorado piedra a piedra". Una partida que es escritura poética, una partida contra las cosas redondas. Y el tiempo empieza a contar. El tiempo que es uno de los grandes temas de este libro magnífico. "Los días, llegando de uno en uno, / rebosan las orillas del corazón y lo desbordan", finaliza "Credenciales". "El Tiempo, que hace horas extras -escribe Jesús Jiménez en el poema "Tiempo perdido en las relojerías"- trabaja / sin descanso dentro de las conchas de metal / elaborando sus raras perlas que nadie ve". Ahí está la partida que se nos ha planteado: encontrar las raras perlas que nadie ve: hacer poesía, escribirla. Raras porque escapan al orden exacto del mundo, porque son extraordinarias. Encontrarlas es el oficio del poeta. Pero "¿Bastará que -sola, vieja y olvidada- / le hable la Poesía con palabras suaves y piadosas?", pregunta el propio Tiempo en otro poema, "Rimbaud regresa a casa". Se lo pregunta al poeta francés paradigma de la modernidad que venciera la partida más frenética y salvaje que podamos recordar.

Rimbaud puso en funcionamiento una poesía contra las palabras suaves y piadosas, que son palabras redondas, pues su simbología no era suficiente para hallar lo raro del mundo. Y Jesús Jiménez está adscrito a esa tradición simbólica de dobleces y abolladuras que inauguró Arthur Rimbaud. Sabe que la poesía cuenta con tiempo para desvelar un mundo extraordinario pero que no puede quedarse en la convencionalidad de las palabras, que el sentido está en otra parte. No es fácil el recorrido de esta búsqueda. Pone en juego también la vida, parte de ella. En uno de los poemas más intensos de Contra las cosas redondas, "Cuerpo", dirigido a la madre, Jesús Jiménez aúna vida y poesía e indica las dificultades: "Tratando de ganarle la mano al tiempo, pierdo la cabeza. / En cada caricia que extendí me voy dejando la piel. / Pago con los cinco sentidos por la cuarta hoja del trébol. En busca de las peras del olmo caigo despechado, / me desgañito, me descorazono, / me deslomo". Vivir como poeta que desafía el orden es dejarse la piel, perder la cabeza, desconocerse, "frotando una palabra contra, torpemente, / como esas cerillas húmedas o descabezadas / que, en mitad de un largo velatorio, / tratamos en vano de encender" (p. 19). Pero ya decía Octavio Paz que el hombre es un olmo que da peras increíbles, "Hermosas y singulares, sin plegarse a ningún centro -escribe Jiménez en el poema que da título al libro-, sólo ellas permanecen y nos acompañan siempre".

Ante el orden del mundo, Jesús Jiménez señala que el poema es lo raro, pero esta excepcionalidad sólo existe si el poeta la construye. "No avanza una grieta sin que nadie la impulse. / Los labios verdes en las ramas nada susurran. / Nada se esconde, nada sucede, ni existe el poema." (p. 20). Y para construirla tiene la realidad a su disposición, el tablero sobre el que se juega la partida, desde donde el poeta se posiciona, desde donde se pre-posiciona: "Ante", "Bajo", "Cabe", "Con", "Contra" la realidad.

Jesús Jiménez hace poesía de la realidad, aunque nos recuerde en "Campo visual" que sólo percibimos un tercio de lo que nos rodea. Su poesía siempre es una teoría de la realidad. Fermentaciones (Olifante, 2000), Fundido en negro (DVD, 2007) y Frecuencias (Visor, 2012) lo son. Teoría en tanto que procede de un espectador, theoros, que ve y especula, para así mirarse y mirar el mundo con sentido propio. La poesía de Jesús Jiménez es realista, entendiendo por realista una poesía en la que hierven las sustancias de la realidad, los entes, los seres, las cosas -que son causas-, las palabras -"Los poetas, desvelados, administradores / de un vasto imperio invisible, preparan café, / esperan que hiervan también las palabras" (p. 15). Y según el punto de ebullición, destila poemas con distinto grado. Jesús Jiménez prepara destilados con la normalidad de quien tiene ya un oficio cuidado en la contemplación y el asombro, "arrastrando de una oscuridad a otra de mi cabeza, / en continua mudanza, los muebles del pensamiento" (p. 20).

Un realista que, como Charles Simic -uno de los poetas contemporáneos con los que Jesús Jiménez dialoga- sabe de la importancia de la ironía y el humor. Éste es uno de los grandes descubrimientos de Contra las cosas redondas, un paso más allá cuyos movimientos son jaque en la partida contra el orden, porque no hay mejor y beatífico desorden que la risa: "Hölderlin ha vuelto a perder la cabeza. Por todas partes, debajo de la cama, detrás el escritorio, en el fondo de un sombrero, la buscan el médico y el ebanista, el carnicero y el capellán. [...] Anochece: la Historia, viuda del Tiempo, cubre con una mantilla su bulliciosa jaula de loros. En un tarro de salmuera la oreja cortada de Vincent Van Gogh se mueve un poco para escuchar mejor y luego no ocurre nada más o puede que sí. (pp. 34-35)".

Claro que ocurre; en este libro ocurre la vida y la muerte, la razón y la locura, la infancia y la decrepitud, medio corazón de sangre y medio de tinta, hay ranas, moscas y grillos, hay una partida de ajedrez entre el orden esférico de algunas ideas y la real imperfección de unos poemas que son raras perlas. No se lo pierdan.

DAVID MAYOR
"Turia", nº 120, noviembre 2016, pp. 477-479

lunes, 12 de diciembre de 2016

Anquises (Olga Novo)





ANQUISES
(UN POEMA DE OLGA NOVO)

Arrastras los pies papá
te llevo con mis ojos a la espalda
porque intentas huir de la vejez como de una guerra ancestral
te subo a mis vértebras
combadas por el peso
arrastras los pies pero yo puedo contigo
y te llevo a la espalda
hasta el final de la vida.

Arrastras el lenguaje y no acude
a tu memoria un verbo
que anidaba en la parte izquierda de tu cerebro y yo
completo tu frase con la palabra arar querer cavar tractor o mariposa        arrastras

la mente hacia el pasado
solo recuerdas aquella feria de 1952
cuando de tanto andar tus bueyes
perdieron en el monte sus pezuñas volviendo de Pedrafita
sus pies sangrando en el río
su cornamenta aún se abre en alguna de tus neuronas
y vuelves a ser un tratante de ganado cuarenta años después.

No sé hasta cuándo recordarás mi nombre
y sabrás aún que soy tu hija.
Desconozco cómo se enroscan las terminaciones nerviosas
y se crispan y a veces encuentran una luz silábica
que les indica el camino.
Cómo es que de repente no sabes tal vez
que había que poner un pie después el otro
para poder soñar
y que si rodeas a una mujer con los brazos eso es amor
y todo lo demás
desaparece.

Porque así de sencillo es el universo.
Como el pequeño lexema al que te agarras alguna tarde
como si fuera el mango de una guadaña.
que fuiste un orador en medio del campo ante un público estupefacto
de cuervos grillos topos libélulas y ovejas
que tenías la intuición del poema en la punta de la lengua
y te explotaba en el paladar como un higo maduro
carnoso exacto y brutal.
Que sabías que en nuestro idioma se acuesta el trigo
ante una orden del viento
que la rama de las patacas arde
que existen cosas tan finas
como la lengua de una gallina…

y sólo recuerdas aquella feria de 1952
cuando de tanto andar tus bueyes
perdieron en el monte sus pezuñas volviendo de Pedrafita

Papá
cómo será
cuando se te despalatalicen las consonantes
y veas llover desde dentro sin entender el agua
y remuevas la lengua hasta encontrar la forma más adecuada
y sonríes porque sabes
que todavía no has caído
definitivamente
en la curva melódica del silencio.

Recuerdas
con toda exactitud
que mamaste hasta los cinco años en los pechos de tu Benigna madre
que parió dieciséis hijos en el último cuarto de la casa
agarrada al cabecero de la cama rezándole a algún santo
rompiendo todas las aguas como quien hace añicos el mar…

Yo creo que tus ojos la ven
abiertos al más allá
cuando te quedas absorto y nadie alcanza a saber
en qué dimensión de la maravilla se ha posado tu cerebro
como las pequeñas patas de un petirrojo
sobre la rama de un peral.

Igual ves la nieve por dentro
la estructura molecular del amor
las partículas de un beso cuando se está formando en la carne de los labios y el aire

igual ves
la energía
y no encuentras en el abecedario
herramientas para lo inefable
y por eso callas o le llamas cuchara a la lámpara
y te trabas en medio de la oración simple
y comienzas a hablar hermosamente poniendo por delante la subordinada.

Porque al fin
papá
te diriges a mí sin orden en tus órdenes
y deshaces la sintaxis igual que desgranabas habas
y todo cobra el sentido profundo de cuanto no tiene lógica
ni está sometido a nada.

Igual ves la nieve por dentro
igual entiendes la sombra
y eres capaz de calcular el radio de una pasión
aunque el resultado no pueda comunicarse
más que a través de la piel.

Igual ves cómo viene a cantar el poema en el caracol del oído
y ves cómo resbala de su pico ese polvo dorado
a caerme en el tímpano
cuando empiezo a llorar con la emoción de la escritura.

Igual ves cómo se me encoge el alma
cuando se encoge la tuya.

Igual ves cómo viene a cantar el poema en el caracol del oído
y ves cómo resbala de su pico ese polvo dorado
a caerme en el tímpano
cuando empiezo a llorar con la emoción escrita
y tú solo recuerdas aquella feria de 1952
cuando de tanto andar tus bueyes
perdieron en el monte sus pezuñas
volviendo de Pedrafita.


[Traducción del gallego: Olga Novo]

lunes, 5 de diciembre de 2016

Alterkado Potemkin


ALTERKADO POTEMKIN

Recital de poesía a cargo de:

Nacho Tajahuerce
Miguel Ángel Ortiz Albero
José Gabarre
Carmen Beltrán
Pilar Aguarón Ezpeleta
Adrián Flor
Jesús Jiménez Domínguez
José Antonio Conde
Elisa Berna
David Mayor
Pablo Delgado
Ángel Guinda

Sábado, 10 de diciembre, 21:00 horas
La Bóveda del Albergue
C/ Predicadores, 70
(ZARAGOZA)

lunes, 28 de noviembre de 2016

La hermosura de lo pequeño



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lunes, 7 de noviembre de 2016

Cosas redondas (una reseña de Álvaro Valverde)


Jesús Jiménez Domínguez (Zaragoza, 1970) publica en La Bella Varsovia su tercer libro, Contra las cosas redondas, que llega tras Fundido en negro (Premio Hermanos Argensola, DVD, 2007) y Frecuencias (Premio Ciudad de Burgos, Visor, 2012). No sé si es el traductor de Joseph Stroud y de Margareta Ekström, el nombre y los apellidos coinciden, y sí que trabaja en un psiquiátrico, según cuenta en la solapa. Ya que lo menciono, basta con leer "Piñata negra" o "Perder la cabeza" para ver que eso puede dar para mucho. Sí, porque mucho es lo que uno ha encontrado en este libro de un autor para mí, hasta ahora, desconocido. 
 
Un puñado de preposiciones (ante, bajo, cabe, con y contra) marcan sus partes. En todas encontramos poemas de cierta extensión, imaginación a raudales, soltura y aparente facilidad y un ritmo personal conseguido gracias al verso libre. La voz es distinguible. 
 
No le falta al conjunto un elegante toque culturalista, unas notas de humor (léase "El escriba sentado (Musée du Louvre)") y cierta dosis de inevitable ironía. Tampoco faltan alegorías y algunos poemas, digamos, en prosa, como el ya citado "Perder la cabeza" ("Hölderlin ha vuelto a perder la cabeza..."), "La lección de anatomía..." o "Enseñando a hablar al eco". A veces esa disposición formal viene avalada por su carácter narrativo, que no falta en otros poemas del libro. 
 
He disfrutado mucho con "Credenciales" (una perfecta presentación), "Café solo", "Consejos para la extracción..." (una preciosa chinoserie), "MCMLXX" (el glorioso año de su nacimiento), "Cuerpo" (donde la ocurrencia torna ingenio, tan presente en la obra), "Curso espiritual de natación" (con cita de Zagajewski, un poeta muy distinto de él: "Nadar es como un rezo"), el inquietante, y ya mencionado, "Enseñando a hablar al eco" (que me recuerda a Simic), "Larga duración" (sólido, potente, sobre la Historia: "eso es la Historia: un largo y vacío hacinamiento final"), los dedicados a Roma (dos), a Oporto y a Sintra (con Byron y el Hotel Lawrence al fondo), nada que ver con el típico poema de viajes, o, en fin, el que da título al libro, donde leemos: "Ante las formas esféricas opongo las cosas informes. / Elijo las imperfectas, las imprecisas, las irregulares..." "Vida en el espejo" y "Los grillos" son un perfecto colofón para un libro sorprendente escrito por alguien que mira la vida y lo que allí sucede con la perplejidad propia de uno de esos poetas que mantienen el mundo "en continuo funcionamiento". ¡Chapeau!
 
ÁLVARO VALVERDE

lunes, 31 de octubre de 2016

El grupo del 22



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MARÍA ÁNGELES NAVAL
Leer, octubre 2016
Páginas 26-28

lunes, 24 de octubre de 2016

Café solo / Café simples


Después de leer este poema mío de Contra las cosas redondas (La Bella Varsovia, 2016) traducido al portugués por la amabilísima Inês Dias y asombrarse de su sonoridad, a uno le entran ganas de haber nacido un poco más a la izquierda de la geografía natal y ser un poeta lusitano que se atiborra cada mañana de café brasileiro y pastéis de Belém. Gracias, Inês.


CAFÉ SIMPLES

Deus fez o mundo e fê-lo com pressa,
mas os poetas, sem saírem das suas casas,
inflamados, coroados por línguas de fogo,
tiritando de solidão e de frio na madrugada,
mantêm-no em contínuo funcionamento. 


O novo carregamento de luz ainda não chegou.
Longamente esperam as folhas negras das acácias,
os sete cinzentos do arco-íris, os vitrais das igrejas,
leves e frágeis como as asas de uma libélula.
Em breve se acumulará a claridade, nutritiva e generosa,
nas esquinas e o bispo branco derrotará o negro.
No Museu Nacional as sombras aguardam;
de um momento para o outro vão partilhar o verde,
o azul de Prússia, o vermelhão e o amarelo.

Os poetas, desvelados, administradores
de um vasto império invisível, preparam café;
esperam que fervam também as palavras.
Uma irmandade secreta de colherzinhas
tilintando nervosas, rodando para misturar
– enquanto as canetas sonham com o seu regresso
a Ítaca – as duas substâncias da vida:
o doce e o amargo, a luz e a escuridão.

Os poetas mexem e remexem: as suas colheres
e as suas canetas não sabem fazer outra coisa.
Com brio, com teimosia, quase com fervor.
Como se o redondo fluir dos relógios
nas morgues e nos aeroportos,
e o ciclo curto das estações
(às vezes apenas Outono e Inverno,
Outono e Inverno repetindo-se)
e o preguiçoso rodar do planeta inteiro,
com as suas dobradiças, os seus parafusos e rodas do destino,
dependessem única e exclusivamente
de um insone movimento de pulso.

lunes, 17 de octubre de 2016

Ariadna G. García escribe acerca de "Contra las cosas redondas"


Los poemarios, como sus hermanas las novelas, pueden tener distintas finalidades según quienes los escriban. El catálogo de intenciones es amplio, pero podemos reducir los libros de poemas a este pequeño inventario: los  hay comprometidos con las causas civiles; los tenemos juguetones, de los que hacen piruetas con el lenguaje; algunos testifican sobre los pormenores de la existencia corriente; los tenemos globos sonda, aparentemente livianos, pero que nos alertan de las tempestades que nos crecen por dentro; algunos son complejos como jeroglíficos mayas; y otros poseen altas dosis de imaginación puesta al servicio de la estética y del relato. El nuevo libro de Jesús Jiménez pertenece a estos últimos. De hecho, Contra las cosas redondas es un libro perfecto para aquellas lectoras de novelas y esos devoradores de narrativa poco o nada habituados al género lírico que deseen adentrarse en él. Sus treinta y cinco poemas son otras tantas historias puestas en versículos, cuando no directamente en prosa. Jiménez se nos revela como un poeta atento al detalle (a los “cascos marciales” de las hormigas), muy sensitivo (nos describe el crujido de muebles y articulaciones, el mango caliente de los cuchillos, tapicerías que huelen a vaca muerta, o vistosas uvas rellenas de luz), capaz de audaces -sacrílegas- metáforas y comparaciones (las arañas son monjas de clausura que tejen mortajas; los lápices, monjes de una orden monástica alineados en un estuche; las centrales nucleares, las nuevas catedrales góticas, donde mora Protón), de tono irónico y con una clara querencia por la fantasía. Los mejores textos del libro son aquellos, precisamente, en los que el poeta se desliza hacia la ciencia ficción y nos presenta un conjunto de situaciones asombrosas: la vida paralela del reflejo de un hombre, la busca y captura de todo tipo de sombras, la caída de los objetos pintados de un cuadro, la anticipación de los efectos a las causas como consecuencia del cambio de hora, el tocadiscos en que se convierten los anillos de un árbol, donde suena el LP del Tiempo…  
 
Jesús Jiménez coquetea en este poemario con el relato fantástico, llenándonos de inquietud con su desmantelamiento del mundo real, dando entrada a lo absurdo. Un libro, pues, recomendable. Se adivina detrás a un escritor de raza, cuidadoso y original. El diseño de la cubierta -el mejor, hasta la fecha, de la colección donde se publica- es todo un acierto: sobrio y elegante.
 
ARIADNA G. GARCÍA
21-09-2016

lunes, 10 de octubre de 2016

En RNE - Radio 3

Entrevista en el programa "Todos somos sospechosos" de RNE - Radio 3.
Con Rubén Luengo.
21 de septiembre de 2016.


lunes, 3 de octubre de 2016

María Carmen Márquez acerca de "Contra las cosas redondas"


"El poeta sabe remover nuestro mundo interior a la perfección."

Contra las cosas redondas (La Bella Varsovia, 2ª edición) sigue sumando lectores. La reseña completa de María Carmen Márquez, aquí.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Entrevista capotiana a Jesús Jiménez Domínguez (por Toni Montesinos)

Foto: Lucía Bailón

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Jesús Jiménez Domínguez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Pues empezamos bien… Acabo de entrar en esta entrevista y ya quiero salir.
Me gusta mucho Roma, “ciudad abierta” según Rossellini. Y en las ciudades abiertas se puede entrar y salir.
 
¿Prefiere los animales a la gente?
En ocasiones muy puntuales sí, cuando vienen justificadas por la maldad del ser humano. En todo caso, prefiero las personas a la gente.
 
¿Es usted cruel?
La llamamos crueldad cuando nosotros somos las víctimas. Cuando la ejercemos sobre el prójimo la denominamos “deber”, “derecho” o “daño colateral”. No, en serio: no me tengo por una persona cruel.
 
¿Tiene muchos amigos?
Supongo que los justos. Facebook diría que muchísimos, pero luego la realidad demuestra que solo una parte de ellos lo son de verdad y compran mis libros. Una vez, un escritor de mi ciudad comentaba que el número de personas que acuden a las presentaciones literarias de un autor suele coincidir con el número de personas que acudirán a su funeral. Desde entonces, inevitablemente, cada vez que presento un libro, cuento el número de asistentes y veo muy claro el futuro.
 
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No hago ningún casting. Supongo que unos tienen unas cualidades y otros, otras. Me caen bien de forma muy natural y general y no me pregunto nunca por qué.
 
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Habrá ocurrido alguna vez (como yo a ellos, supongo), pero lo he olvidado. Los buenos amigos dejan buenos momentos y mejor quedarse con esos.
 
¿Es usted una persona sincera? 
Nadie puede practicar la sinceridad veinticuatro horas al día. Es agotador y no bueno del todo: a veces las mentiras piadosas, causadas para evitar el sufrimiento mayor de la verdad, son necesarias. “En la literatura, así como en la vida, sólo el silencio es sincero” (Sándor Márai).
 
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Como no puedo viajar tanto como quisiera, intento hacerlo de manera virtual: leyendo, viendo cine o escuchando música. Reconozco que me gustaría ser más esclavo de mi tiempo libre.
 
¿Qué le da más miedo?
La decadencia física acompañada de un gran, terrible dolor. En mí o en las personas más cercanas.
 
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que alguien sea capaz de matar por una creencia.
 
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No me imagino una vida fuera del ámbito creativo (y mira que tengo imaginación). Empecé estudiando Derecho, pero me parecía un mundo ajeno del todo a mí. De pequeño me atraía la arqueología, pero hasta ese oficio tiene una vertiente creativa: imaginar cómo vivían nuestros antepasados.
 
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Ejercicio físico, muy light, cuando mi perro me saca a pasear (sería vanidad pensar que soy yo el que lo saca de paseo). El ejercicio físico de caminar ayuda al ejercicio químico de pensar.
 
¿Sabe cocinar?
Me manejo en el terreno de la cocina de supervivencia. Cualquier plato que lleve más tiempo cocinarlo que comerlo me resulta inconcebible.
 
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Creo que trataría de inventarme el personaje (un escritor de vida escandalosa, atormentado y suicida, por ejemplo) e intentaría pasarlo por real. Podría ser divertido e “inolvidable”. Una vez llevé esa clase de impostura a la presentación de un libro mío: era joven y no tenía gran cosa que decir de mi primer poemario. Así que me inventé varias páginas de un autor ficticio, de nombre extranjero, para justificar mi libro y las leí ante el público. Leí a trompicones, bastante mal, porque estaba nervioso y quería que todo pasara a la velocidad del rayo o, directamente, que el rayo cayera sobre mí. Al final de la presentación, un crítico literario de la ciudad se me acercó y me dijo: “Se notaba mucho que estabas traduciéndolo de su idioma original, sobre la marcha”.
 
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Esperanza.
 
¿Y la más peligrosa?
Esperanza.
 
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, pero siempre mediante métodos inocuos y, por tanto, sin conseguirlo: de risa (en el caso de los amigos) o de aburrimiento (en caso contrario).
 
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Aquellas que propongan una sociedad más justa y solidaria.
 
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Esa pregunta sugiere que soy una cosa. Me gustaría ser lo que soy, pero más y mejor.
 
¿Cuáles son sus vicios principales?
Soy una persona normal que tiende a pensar que no tiene vicios importantes. Y pensar así, de una forma tan tajante, no deja de ser un vicio.
 
¿Y sus virtudes?
Es una pregunta que deberían contestar aquellos que me conocen bien. No contestarla por mi parte lleva implícita, creo, una virtud: la cautela.
 
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Dicen que, en casos así, la vida propia pasa por delante de uno como una película. Creo que me aliviaría descubrir, después del asombro y el miedo iniciales, que para las escenas peligrosas de esa película (como la del ahogamiento) hubieran contratado a un doble y que, además, para colmo, se pareciera muy poco o nada a mí.
 
 
TONI MONTESINOS
19-09-2016