lunes, 26 de diciembre de 2016

lunes, 19 de diciembre de 2016

Raras perlas (una reseña de "Contra las cosas redondas")



RARAS PERLAS

El mundo está en su sitio y en orden, nos dice Jesús Jiménez Domínguez en el primer poema, "Credenciales", de su nuevo libro, Contra las cosas redondas, publicado por La Bella Varsovia. Divide el libro en cinco partes encabezadas por las cinco primeras preposiciones y cada parte contiene siete poemas. Todo en orden: el cinco que representa la quintaesencia, los cinco sentidos del hombre sobre la materia, los cinco puntos cardinales contando el centro; y el siete que representa un ciclo completo -el ternario espiritual más el cuaternario material-, los pecados y las virtudes, el sonido de las esferas celestes -no hay cosa más redonda, perfecta en su infinitud circular. "Todo en completo orde, perfectamente dispuesto / como el comienzo de una partida de ajedrez: / a mi diestra el infinito derecho, el otro a mi izquierda / y yo avanzando en medio de los dos, Peón Cuatro Rey." La apertura está hecha: la partida empieza entre el poeta y quien no lo es -"Cuando paso a tu lado, rara vez voy conmigo"-, entre quien crea y quien observa, entre el orden del mundo y quien "desmonta el decorado piedra a piedra". Una partida que es escritura poética, una partida contra las cosas redondas. Y el tiempo empieza a contar. El tiempo que es uno de los grandes temas de este libro magnífico. "Los días, llegando de uno en uno, / rebosan las orillas del corazón y lo desbordan", finaliza "Credenciales". "El Tiempo, que hace horas extras -escribe Jesús Jiménez en el poema "Tiempo perdido en las relojerías"- trabaja / sin descanso dentro de las conchas de metal / elaborando sus raras perlas que nadie ve". Ahí está la partida que se nos ha planteado: encontrar las raras perlas que nadie ve: hacer poesía, escribirla. Raras porque escapan al orden exacto del mundo, porque son extraordinarias. Encontrarlas es el oficio del poeta. Pero "¿Bastará que -sola, vieja y olvidada- / le hable la Poesía con palabras suaves y piadosas?", pregunta el propio Tiempo en otro poema, "Rimbaud regresa a casa". Se lo pregunta al poeta francés paradigma de la modernidad que venciera la partida más frenética y salvaje que podamos recordar.

Rimbaud puso en funcionamiento una poesía contra las palabras suaves y piadosas, que son palabras redondas, pues su simbología no era suficiente para hallar lo raro del mundo. Y Jesús Jiménez está adscrito a esa tradición simbólica de dobleces y abolladuras que inauguró Arthur Rimbaud. Sabe que la poesía cuenta con tiempo para desvelar un mundo extraordinario pero que no puede quedarse en la convencionalidad de las palabras, que el sentido está en otra parte. No es fácil el recorrido de esta búsqueda. Pone en juego también la vida, parte de ella. En uno de los poemas más intensos de Contra las cosas redondas, "Cuerpo", dirigido a la madre, Jesús Jiménez aúna vida y poesía e indica las dificultades: "Tratando de ganarle la mano al tiempo, pierdo la cabeza. / En cada caricia que extendí me voy dejando la piel. / Pago con los cinco sentidos por la cuarta hoja del trébol. En busca de las peras del olmo caigo despechado, / me desgañito, me descorazono, / me deslomo". Vivir como poeta que desafía el orden es dejarse la piel, perder la cabeza, desconocerse, "frotando una palabra contra, torpemente, / como esas cerillas húmedas o descabezadas / que, en mitad de un largo velatorio, / tratamos en vano de encender" (p. 19). Pero ya decía Octavio Paz que el hombre es un olmo que da peras increíbles, "Hermosas y singulares, sin plegarse a ningún centro -escribe Jiménez en el poema que da título al libro-, sólo ellas permanecen y nos acompañan siempre".

Ante el orden del mundo, Jesús Jiménez señala que el poema es lo raro, pero esta excepcionalidad sólo existe si el poeta la construye. "No avanza una grieta sin que nadie la impulse. / Los labios verdes en las ramas nada susurran. / Nada se esconde, nada sucede, ni existe el poema." (p. 20). Y para construirla tiene la realidad a su disposición, el tablero sobre el que se juega la partida, desde donde el poeta se posiciona, desde donde se pre-posiciona: "Ante", "Bajo", "Cabe", "Con", "Contra" la realidad.

Jesús Jiménez hace poesía de la realidad, aunque nos recuerde en "Campo visual" que sólo percibimos un tercio de lo que nos rodea. Su poesía siempre es una teoría de la realidad. Fermentaciones (Olifante, 2000), Fundido en negro (DVD, 2007) y Frecuencias (Visor, 2012) lo son. Teoría en tanto que procede de un espectador, theoros, que ve y especula, para así mirarse y mirar el mundo con sentido propio. La poesía de Jesús Jiménez es realista, entendiendo por realista una poesía en la que hierven las sustancias de la realidad, los entes, los seres, las cosas -que son causas-, las palabras -"Los poetas, desvelados, administradores / de un vasto imperio invisible, preparan café, / esperan que hiervan también las palabras" (p. 15). Y según el punto de ebullición, destila poemas con distinto grado. Jesús Jiménez prepara destilados con la normalidad de quien tiene ya un oficio cuidado en la contemplación y el asombro, "arrastrando de una oscuridad a otra de mi cabeza, / en continua mudanza, los muebles del pensamiento" (p. 20).

Un realista que, como Charles Simic -uno de los poetas contemporáneos con los que Jesús Jiménez dialoga- sabe de la importancia de la ironía y el humor. Éste es uno de los grandes descubrimientos de Contra las cosas redondas, un paso más allá cuyos movimientos son jaque en la partida contra el orden, porque no hay mejor y beatífico desorden que la risa: "Hölderlin ha vuelto a perder la cabeza. Por todas partes, debajo de la cama, detrás el escritorio, en el fondo de un sombrero, la buscan el médico y el ebanista, el carnicero y el capellán. [...] Anochece: la Historia, viuda del Tiempo, cubre con una mantilla su bulliciosa jaula de loros. En un tarro de salmuera la oreja cortada de Vincent Van Gogh se mueve un poco para escuchar mejor y luego no ocurre nada más o puede que sí. (pp. 34-35)".

Claro que ocurre; en este libro ocurre la vida y la muerte, la razón y la locura, la infancia y la decrepitud, medio corazón de sangre y medio de tinta, hay ranas, moscas y grillos, hay una partida de ajedrez entre el orden esférico de algunas ideas y la real imperfección de unos poemas que son raras perlas. No se lo pierdan.

DAVID MAYOR
"Turia", nº 120, noviembre 2016, pp. 477-479

lunes, 12 de diciembre de 2016

Anquises (Olga Novo)





ANQUISES
(UN POEMA DE OLGA NOVO)

Arrastras los pies papá
te llevo con mis ojos a la espalda
porque intentas huir de la vejez como de una guerra ancestral
te subo a mis vértebras
combadas por el peso
arrastras los pies pero yo puedo contigo
y te llevo a la espalda
hasta el final de la vida.

Arrastras el lenguaje y no acude
a tu memoria un verbo
que anidaba en la parte izquierda de tu cerebro y yo
completo tu frase con la palabra arar querer cavar tractor o mariposa        arrastras

la mente hacia el pasado
solo recuerdas aquella feria de 1952
cuando de tanto andar tus bueyes
perdieron en el monte sus pezuñas volviendo de Pedrafita
sus pies sangrando en el río
su cornamenta aún se abre en alguna de tus neuronas
y vuelves a ser un tratante de ganado cuarenta años después.

No sé hasta cuándo recordarás mi nombre
y sabrás aún que soy tu hija.
Desconozco cómo se enroscan las terminaciones nerviosas
y se crispan y a veces encuentran una luz silábica
que les indica el camino.
Cómo es que de repente no sabes tal vez
que había que poner un pie después el otro
para poder soñar
y que si rodeas a una mujer con los brazos eso es amor
y todo lo demás
desaparece.

Porque así de sencillo es el universo.
Como el pequeño lexema al que te agarras alguna tarde
como si fuera el mango de una guadaña.
que fuiste un orador en medio del campo ante un público estupefacto
de cuervos grillos topos libélulas y ovejas
que tenías la intuición del poema en la punta de la lengua
y te explotaba en el paladar como un higo maduro
carnoso exacto y brutal.
Que sabías que en nuestro idioma se acuesta el trigo
ante una orden del viento
que la rama de las patacas arde
que existen cosas tan finas
como la lengua de una gallina…

y sólo recuerdas aquella feria de 1952
cuando de tanto andar tus bueyes
perdieron en el monte sus pezuñas volviendo de Pedrafita

Papá
cómo será
cuando se te despalatalicen las consonantes
y veas llover desde dentro sin entender el agua
y remuevas la lengua hasta encontrar la forma más adecuada
y sonríes porque sabes
que todavía no has caído
definitivamente
en la curva melódica del silencio.

Recuerdas
con toda exactitud
que mamaste hasta los cinco años en los pechos de tu Benigna madre
que parió dieciséis hijos en el último cuarto de la casa
agarrada al cabecero de la cama rezándole a algún santo
rompiendo todas las aguas como quien hace añicos el mar…

Yo creo que tus ojos la ven
abiertos al más allá
cuando te quedas absorto y nadie alcanza a saber
en qué dimensión de la maravilla se ha posado tu cerebro
como las pequeñas patas de un petirrojo
sobre la rama de un peral.

Igual ves la nieve por dentro
la estructura molecular del amor
las partículas de un beso cuando se está formando en la carne de los labios y el aire

igual ves
la energía
y no encuentras en el abecedario
herramientas para lo inefable
y por eso callas o le llamas cuchara a la lámpara
y te trabas en medio de la oración simple
y comienzas a hablar hermosamente poniendo por delante la subordinada.

Porque al fin
papá
te diriges a mí sin orden en tus órdenes
y deshaces la sintaxis igual que desgranabas habas
y todo cobra el sentido profundo de cuanto no tiene lógica
ni está sometido a nada.

Igual ves la nieve por dentro
igual entiendes la sombra
y eres capaz de calcular el radio de una pasión
aunque el resultado no pueda comunicarse
más que a través de la piel.

Igual ves cómo viene a cantar el poema en el caracol del oído
y ves cómo resbala de su pico ese polvo dorado
a caerme en el tímpano
cuando empiezo a llorar con la emoción de la escritura.

Igual ves cómo se me encoge el alma
cuando se encoge la tuya.

Igual ves cómo viene a cantar el poema en el caracol del oído
y ves cómo resbala de su pico ese polvo dorado
a caerme en el tímpano
cuando empiezo a llorar con la emoción escrita
y tú solo recuerdas aquella feria de 1952
cuando de tanto andar tus bueyes
perdieron en el monte sus pezuñas
volviendo de Pedrafita.


[Traducción del gallego: Olga Novo]

lunes, 5 de diciembre de 2016

Alterkado Potemkin


ALTERKADO POTEMKIN

Recital de poesía a cargo de:

Nacho Tajahuerce
Miguel Ángel Ortiz Albero
José Gabarre
Carmen Beltrán
Pilar Aguarón Ezpeleta
Adrián Flor
Jesús Jiménez Domínguez
José Antonio Conde
Elisa Berna
David Mayor
Pablo Delgado
Ángel Guinda

Sábado, 10 de diciembre, 21:00 horas
La Bóveda del Albergue
C/ Predicadores, 70
(ZARAGOZA)